Con un popote se puede empezar el cambio

El primero, y quizá el más lógico, es el generar menos basura. Se calcula que a lo largo de nuestra vida cada uno puede utilizar 38 mil popotes, que multiplicados por el número de personas que vivimos, es una cifra alarmante.

México genera anualmente 42.7 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, que son los que provienen de casas habitación, establecimientos o de la vía pública y que resultan de la eliminación de los materiales que se utilizan en actividades domésticas, de productos que se consumen y sus envases, embalajes o empaques.

De las casi 117 mil toneladas diarias de basura generada, se recolectan ocho de cada 10 y llegan a sitios de disposición final 78.5 por ciento. Sólo el 9.63 por ciento se recicla.

Esto quiere decir que por persona generamos un kilogramo de basura diario (poco más de 300 al año) cuya mayoría son plásticos. Si calculamos, de manera muy moderada, que cada uno de nosotros consume dos popotes a la semana, estaríamos hablando que al año todos los mexicanos dejaríamos de generar en el país 49 mil 724 tonelada. Esta reducción también equivale a lo que dejarían de generar al año 45 mil familias de tres integrantes.

El segundo efecto de omitir la pajita o pitillo —como lo llaman en otros países de América Latina— tiene que ver con la concientización. Rechazar este pequeño plástico cilíndrico no sólo indica que la persona ha reconocido la cantidad de residuos que genera y las afectaciones que esto tiene, sino que además está dispuesta a emprender en público una acción en favor del cuidado del medio ambiente.

Recordarle a alguien que “sin popote está bien” es el principio de una serie de acciones que cada uno debe tomar para que nuestros mares comiencen a limpiarse y cada vez más gente asuma conciencia en favor de la protección de nuestro planeta. 

 

FUENTE: https://www.gob.mx/semarnat/articulos/con-un-popote-se-puede-empezar-el-cambio-158619?idiom=es